Torres vigías, los catorce lugares de luz que custodiaban la costa onubense


Costa de la Luz es la denominación que reciben los 117 kilómetros del litoral onubense, en otro tiempo custodiado por un cordón de torres vigías ante el asedio de toda suerte de piratas. Recibían el nombre de torres almenaras, que viene del término árabe ‘al-manâra', cuyo significado es lugar de luz, por lo que algo de reminiscencia histórica tiene el marchamo de las playas de Huelva.

Desde la desembocadura del Guadiana a la del Guadalquivir se mandó construir durante el reinado de Felipe III una cadena de fortificaciones situadas prácticamente a la orilla del mar. El proyecto le fue confiado al comisionado real don Luis Bravo de Lagunas y la mayoría fueron diseñadas por Juan Martín de la Puente y algunas posteriormente restauradas o levantadas de nueva planta durante la primera mitad del siglo XVIII. El mayor número se edificaron entre los años 1577 y 1630, casi todas con una planta parecida, cilíndricas, aunque ninguna es igual a otra.
Desde algunas torres ya no se divisa el mar; que ha devorado otras La ocupaban dos torreros y dos artilleros y su altura media rondaba los quince metros, desde donde sonaba la caracola durante el día y en la noche lucían hogueras, signos de alerta y comunicación. Las diferentes fuentes históricas permiten hablar de hasta catorce torres almenaras, aunque tras casi cinco siglos pocas conservan su ubicación original. Además la línea de costa ha cambiado y mientras desde algunas ya no se divisa el mar, otras la acabado devoradas por él. Eso permite pensar que podrían haber existido más construcciones, aunque también hay pruebas de que todas las proyectadas no llegaron a construirse.

Las que existen o existieron de oeste a este son Torre Angustia (Ayamonte), Torre Canales o Canela (Isla Canela), Torre Redondela, Torre Catalán (El Terrón de Lepe), Torreón Castillo de San Miguel (Cartaya), Marijata (El Portil), Torre Umbría (Punta Umbría), Torre Arenillas, Torre del Loro (Mazagón), Asperillo, Torre la Higuera (Matalascañas), Torre Carbonera, Torre Zalabar y Torre San Jacinto (en la orilla occidental del Guadalquivir).

Cada una presenta un desigual estado de conservación. Algunas están en condiciones similares a cuando estaban en uso, aunque alejadas del mar (San Jacinto, Carbonera, Arenillas, Umbría, Catalán y Canela); la de Zalabar estuvo en pie hasta 1989, pero ahora está desmoronada en la primera línea de dunas; otras dos torres están ruinosas y a varios metros de la orilla (Higuera y del Oro) y hay otras que sólo pueden verse los cimientos cuando la marea baja lo suficiente (Asperillo y Marijata).

Al rodear la Torre del Loro se pasa por cuatro términos municipalesDe todas muy pocas son visitables, siendo una de ellas la ubicada en pleno centro de Punta Umbría, a un kilómetro de la Canaleta, donde se puede leer: "Esta Torre mandó hazer el Rei Don Felipe III nuestro Señor, siendo juez de las Torres y de las demás del mar de Andalucía, el licenciado J.V. de la Fuente Urtadi y Alca... Acabose año 1614". Por su parte, la Torre del Loro, de Mazagón está derruida y guarda la curiosidad de que en apenas veinte pasos, los que daría para rodear la torre, se pasa del término municipal de Palos de la Frontera, al de Moguer, de éste a Lucena del Puerto y de Lucena a Almonte.

Muy conocida es Torre La Higuera, que se ha convertido en un signo del paso del tiempo y en un símbolo de Matalascañas. Cumplió su cometido durante algo más de un siglo, ya que documentos de 1756 indicaban que la torre estaba ya en esa época en ruinas a merced de las embestidas del océano. Ahora se encuentra a 150 metros del promontorio donde se construyó, volcada sobre el mar con los cimientos al descubierto y el resto de su cuerpo incrustado en la arena. A pesar de todo, aún así sigue siendo un lugar de luz, pues son muchas las personas las que se acercan a ella para contemplar allí unos inigualables atardeceres

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