El IEA quiere mantener y musealizar los fortines de la Guerra Civil de la provincia de Almería.


La Consejería de Cultura tiene incoado un expediente para declaración como BIC. Son el testimonio de la última contienda bélica con el sistema de trincheras

Pocas personas mayores, jóvenes y niños han dejado de jugar en los búnkeres cercanos a la desembocadura del Andarax. Son solamente unos cuantos -y eso que otros se han demolido, como uno muy recientemente por la canalización del río- de los existentes en toda la provincia, sobre todo en la línea del litoral. Desde Villaricos hasta Balerma se han catalogado hasta una veintena . Pero también hay ejemplos en el interior como son los casos de Íllar o de Adra, en donde se han datado unas galería cerca del mercado. Y no queda aquí. Todavía hay más. En Vera, en Mojácar, en Huércal Overa se pueden encontrar cerros taladrados como si fueran toperas o galerías alrededor de algún castillo o edificación fortificada.

El Instituto de Estudios Almerienses, ante una situación de abandono, de desconocimiento e incluso de un cierto desprecio, ha iniciado una campaña para llamar la atención sobre estos elementos del patrimonio histórico y arquitectónico de la provincia y conseguir su conservación y su mantenimiento para en una segunda etapa analizar su futuro uso y su tratamiento desde una perspectiva museológica. Una mesa redonda con participación de distintos especialistas, mantenida ayer, y un recorrido programado para el sábado son los primeros pasos.

Resistencia

El papel y la importancia de estas fortificaciones están ya, afortunadamente, reconocidos por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía al tener incoado el expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), que conlleva la medida cautelar de incluir su protección en los planes generales de ordenación urbanísticas que redacten los ayuntamientos. Esta medida ha salvaguardado ya una fortaleza en Almería, que se demolía con la prolongación del Paseo Marítimo.

Construidos con referencia a la Guerra Civil, durante la misma o en la postguerra, con hormigón u otros materiales que permitieran la resistencia-motivo por el que se mantienen después de los años transcurridos- y perfectamente acoplados al paisaje en el que se levantan constituyen rasgos propios de estos elementos de arquitectura militar. «Los búnkeres, fortines, trincheras y casamatas tienen suficiente valor para su conservación y constituyen un ejemplo de fortificaciones como lo son Los Millares y la Alcazaba, en Almería, o los castillos medievales», sostiene Francisco Guerrero, coordinador de la actividad.

Trincheras

La cercanía, el recuerdo a acontecimientos cruentos e incluso el haber sido, en algún caso, escenario de algún hecho luctuoso -como es el caso de la casamata de El Toyo con el denominado Caso Almería- e incluso las suspicacias que pueden levantar desde distintas perspectivas no invalidan, según los especialistas, su conservación y su puesta en valor. Puede ser una novedad en Almería, aunque ya está el antecedente de los Refugios Antiaéreos, y una de las pocas iniciativas similares en todo el territorio nacional, pero hay ejemplos de musealización en otros países e incluso de edificaciones con una mayor carga de siniestralidad. Ahí están los campos de concentración nazis en Alemania y en Austria.

«No es necesariamente cierto que cuanto más antiguo sea un edificio sea más importante. Aquí, aunque no estén reconocidos, tienen otra serie de valores, como el didáctico. ¿Por qué no se puede ir a un búnker para explicar los hechos que provocaron su construcción al igual que se sube a la Alcazaba para explicar la Almería musulmana?», señaló Francisco Guerrero. Las fortificaciones del litoral almeriense permiten además, como gran originalidad de alcance histórico único, contemplar uno de los sistemas bélicos -tal vez el más básico- utilizados en la última guerra de trincheras. Rafael Quirosa, de la UAL, defiende que la cercanía temporal facilita, al contrario de edificios antiguos, la conexión de esta arquitectura con la sociedad. Alfonso Ruiz, del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, califica a estas edificaciones como «los castillos del siglo XX».

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