Almería conserva siete fortalezas que hacían frente a los ataques piratas


En las torres vigías, que se disponen de forma lineal a lo largo de la costa, los vigilantes se comunicaban por señales de humo · Fueron declaradas monumento nacional en 1949.

La Garrofa, Torreón de San Telmo, Torre de Torrecárdenas, Torre del Perdigal, Torregarcía, casafuerte de la Cruceta en El Toyo, y la Torre de San Miguel en Cabo de Gata siguen en pie. Desde el siglo X, cuando el califa Abd-Rahmán III fundara la ciudad con el nombre de Almariya, Almería ha tenido que sobrevivir a continuos ataques y asaltos costeros debido a su situación estratégica, punto de conexión entre Europa, Asia y África a través del Mar Mediterráneo. Para defender la capital se construyeron diversas fortificaciones, entre ellas las torres vigías, cuyo principal cometido era vigilar, alertar y comunicar el acceso marítimo de barcos enemigos. Otras, además, tenían carácter sanitario, pues servían para curar a los heridos atacados por los piratas barbaricos.

Tras años de historia, siete construcciones pudieron resistir a las guerras y a los terribles terremotos que azotaron la ciudad, y aún hoy pueden contemplarse a lo largo de la Bahía de Almería. Con este fin, el Ayuntamiento de Almería incluye la ruta de las torres vigías entre sus visitas guiadas, este año, en los meses de febrero y abril, almerienses y turistas pudieron disfrutar de este recorrido, aunque cualquiera puede hacerlo de manera autónoma, pues todas las fortificaciones son de fácil acceso.La mayoría de los torreones datan del siglo XVI, pero un turbulento terremoto en 1522 y otros posteriores acabaron con gran parte de la capital, y por consiguiente de su defensa. A ello también colaboró el estadillo de la Revolución Francesa y las guerras que posteriormente surgieron en Europa y que alcanzaron España, con el infortunio de la destrucción del dispositivo de defensa del litoral que se había levantado durante la Edad Moderna. En este sentido, los británicos también contribuyeron a la destrucción de las fortificaciones con el fin de eliminar cualquier defensa que amenazara su hegemonía marítima.En una época en que las nuevas tecnologías ni se sospechaban, los guardias se las ingeniaban para comunicarse unos con otros, de ahí que la ubicación de cada torre reciba una relevancia primordial.

Ya casi dispuestas en forma de cordón lineal a lo largo de la costa los vigilantes se avistaban mediante señales de humo por la noche, y fogatas durante el día, ante la sospecha de cualquier adversidad. Entrado el siglo XIX prescindieron del fuego y de una forma más sencilla interpretaban los mensajes con espejos y la ayuda de los rayos incidentes del sol, una técnica más avanzada en aquellos años, y prehistórica en la era del móvil.Declaradas monumento nacional en 1949, las fortificaciones han perdido sus funciones originarias, pero no por ello dejan de ser representativas del legado que los antepasados que ocuparon tierras españolas, y en especial andaluzas, dejaron.

La Torre de la Garrofa, sobre el acantilado de Cañarete es una de las torres que en la actualidad se pueden visitar. Según cita Antonio Gil Albarracín en su libro Almería, las defensas exteriores su primera traza fue construida por Luis Machuca, maestro mayor de obras de la Alhambra de Granada. De ella sólo se conserva la parte inferior, pues el resto fue demolido dado su mal estado tras la voladura a que la sometieron los británicos. En el siglo XIX con la Guerra de la Independencia y la destrucción del sistema defensivo del litoral español, para impedir la aproximación desde el mar a quienes lo controlaban fue la Garrofa, según informes de la fecha, volada por los ingleses. A esta torre se le adosó un cuartelillo y una estancia para albergue de los guardias que ocupaban dicho puesto. Éste fue sustituido por otro, como cuartel de carabineros y punto de vigilancia que aprovechaba lo que quedaba de la torre. A mediados del pasado siglo la vigilancia de costas pasó a la Guardia Civil, y de ellos el único símbolo heráldico que conserva la torre.

Finalmente, la modernización de los sistemas de control de la costa propició su abandono y el Estado procedió a su enajenación. Desde hace cinco años el catalán Carles Guàrdia es propietario de esta fortificación, pero respetuoso con el patrimonio y con la memoria histórica de los almerienses está procediendo a su restauración.

El proyecto de reconstrucción se basa en una original idea: crear sobre el acantilado un barco varado en el que la torre circular se convierte en la proa que enfila al mar.Camino al centro de la capital se encuentra el Castillo de San Telmo. En el extremo occidental del puerto de Almería desde el que se divisa una panorámica inmejorable de la urbe. Su limitada artillería contempló impotente las operaciones desarrolladas por la escuadra angloholandesa para bombardear la ciudad en 1703. Superada la Guerra de la Independencia y destruida como la anterior por los ingleses, se prosiguió con su reedificación. A comienzos del siglo XX, en él había un puesto de carabineros ocupado después por Guardia Civil. Lo llamativo del castillo en la actualidad es el faro de San Telmo construido en 1975 y cuyos destellos alcanzan 77 metros sobre el mar; éste incluye una torre cuadrada que altera notablemente la imagen del edificio histórico. Sin duda, una de las que mejor aspecto presenta es la Torre Cárdenas, denominación que da nombre al barrio norte de la capital y al hospital que allí se ubica (Torrecárdenas). Su función sería la de apoyar a la repoblación del valle del Andarax y guardar el río. Cuenta la leyenda que Gutiérrez de Cárdenas, alcaide de la Alcazaba, la manda construir para comunicarse mediante pasadizos subterráneos con su hogar en la fortaleza mayor. La Torre del Perdigal, en las inmediaciones del Aeropuerto de Almería, no ha corrido hasta el momento la suerte que la Torre Cárdenas a pesar de haberse mantenido en pie tras los períodos bélicos, y espera que una actividad le devuelva su supervivencia. Entre el Alquián y Torre García se aprecia la Casafuerte de la Cruceta, zona recientemente urbanizada con motivo de los Juegos Mediterráneos 2005. Ésta fue definitivamente construida en 1773 para el alojamiento de la tropa de Caballería y hoy se halla al final del paseo marítimo de El Toyo, mientras ansía servir algún día de museo u otro encargo cultural, pues dispone de una privilegiada situación a orillas del mar. Desde ella se percibe Torregarcía, de especial importancia para los almerienses por el hallazgo en sus inmediaciones de una figura que en 1806 dio nombre a la patrona de la ciudad. En 1502 el guarda de la fortificación, Andrés de Jaén, encontró la imagen que probablemente perteneciera a un mascarón de proa de algún barco que navegase aguas cercanas. La torre a penas tuvo función militar y con la edificación de la casa fuerte quedó prácticamente anulada, pero el hallazgo de la Virgen del Mar ha otorgado a la zona un carácter devoto, ya que durante la segunda semana de de enero de cada año Torregarcía, y en concreto la ermita construida frente a la torre, es escenario de una romería, motivo de fiesta en Almería. En el recorrido, antes de pisar tierras del municipio de Níjar, pero inmersa en el paraje natural de Cabo de Gata, se encuentra la Torre de San Miguel de Cabo de Gata, que desde mediados del pasado siglo pasó a depender de la Guardia Civil, que la utilizó durante un tiempo como casa-cuartel. Como cita Albarracín en su libro, recogiendo las palabras del popular y prestigioso escritor Juan Goytisolo: "A un centenar de metros en dirección a las salinas yergue una graciosa torre en ruinas, construida, sin duda, hace siglos, para prevenir las incursiones piratas".

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