La Concejelía de Cultura de Alicante instará a la cesión de las torres de la huerta privadas

El Ayuntamiento las pedirá a los propietarios para arreglarlas y convertirlas en un atractivo La rehabilitación de las dos fortalezas municipales saldrán a concurso en septiembre.

La Concejalía de Cultura instará a los propietarios de torres de la huerta, clasificadas como Bien de Interés Cultural (BIC), a que cedan sus propiedades al Ayuntamiento para que éste pueda rehabilitar el edificio y convertirlo en un atractivo más de la ciudad. Así lo explicó ayer el concejal de Cultura, Miguel Valor, tras la presentación de los trabajos de georestauración en la Cara del Moro.

El redactor del proyecto de rehabilitación del emblema de la ciudad, Marius Beviá, también se encargará de los trabajos de rehabilitación de las dos fortificaciones medievales de propiedad pública, la Torre Sarrió y la Torre Ferrer, trabajos que se licitarán en septiembre y que podrían comenzar antes de terminar el año. Tendrán un plazo de ejecución de cuatro meses, según explicó el edil de Cultura, Miguel Valor.

El responsable del patrimonio cultural de la ciudad argumentó que «no era de recibo que el Ayuntamiento pidiera a los propietarios que arreglasen las torres si él mismo no las tenía en condiciones, pero, ahora, cuando concluya el proceso de rehabilitación, seremos capaces de pedirles que cedan la propiedad para que se rehabiliten». O, por lo menos, que ellos mismos las pongan en valor.

El Ayuntamiento sólo tiene en propiedad estas dos torres de vigía, de las 23 que hay catalogadas en la antigua huerta alicantina, algunas en un avanzado estado de deterioro.

Muchas de estas torres han sufrido no sólo el paso del tiempo, sino también intervenciones más bien poco afortunadas, como la apertura de vanos, ventanas y huecos en la fachada y el añadido de viviendas.

Por eso, la Concejalía de Cultura quiere comenzar a dar ejemplo con el arreglo de la Torre Ferrer y de la Torre Sarrió. Los restos de la Torre Ferrer están en el antiguo camino de la Albufereta, en un pequeño solar de 18 por 14 metros de la calle Licia Calderón. Los alrededores de la torre están edificados «sin haberse tenido consideración por este bien cultural». Con posterioridad a su construcción, a la torre se le adosó una vivienda, que utilizó parte de la defensa como habitaciones, para lo que abrieron huecos y balcones. La restauración contempla rodearla de arbolado que la aísle de los edificios cercanos.

La Torre Sarrió se encuentra hundida unos 75 centímetros por los movimientos de tierras de las calzadas circundantes. Su antiguo propietario, en la década de los años setenta, hizo obras en la misma, sin criterio patrimonial, y modificó su envergadura. El edificio, situado en la rotonda de acceso a Míriam Blasco, ha estado unos años abandonado.

En concreto, se destinarán 175.934 euros a la Torre Ferrer y 420.838 a la Torre Sarrió, aunque Valor resaltó que «no sólo se van a rehabilitar y se va a hacer un entorno dedicado a ellas, sino que se va a procurar que sean un punto de encuentro, que tengan un uso polivalente».

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