Recorrido por las fortificaciones de Cádiz.

Conocer los baluartes y castillos de la capital es una forma de acercarse a la historia de una ciudad, que ha sido escenario de cruentas batallas, asedios dramáticos y conquistas de civilizaciones.

Al hablar de los baluartes y castillos de Cádiz es inevitable hablar de las murallas de la ciudad. Si fuera comparable a cualquier obra de infraestructura actual, se podría decir que fueron como el soterramiento del siglo XVII. Esta obra de gran envergadura sería como la intersección de los baluartes y fortificaciones, unidos por el hilo de muralla, que se encuadran en un conjunto dual entre lo militar y lo civil. Se construyeron a lo largo de tres centurias, desde el siglo XVI al XIX. La fortificación gaditana fue extendiéndose al tiempo que crecía la ciudad. Tienen la proporción y belleza de la uniformidad y el orden más perfecto. Se combina la defensa militar y el respeto a los derechos de la ciudad, urbanismo y su carácter de índole civil-mercantil. Al ir creciendo la ciudad, las murallas se proyectaban elevando su cota al mar, exceptuando su entrada. El recinto amurallado quedaba protegiendo los cimientos de los nuevos edificios. La zona fortificada aislaba una parte de la ciudad que fue cobrando relevancia en el último tercio del siglo XIX, denominada como Extramuros, luego más tarde Puertatierra, que desarrollaría su andadura urbanística con independencia del núcleo urbano gaditano.

Hay que hacer distinción de Cádiz, como una de las ciudades más modernas y comerciales durante la edad moderna, pero mientras las ciudades más importantes de Europa tiraban sus murallas, esta ciudad las construía.

Así se convirtió en esa época en símbolo de atraso y de antigüedad, pero dada la situación de la ciudad eran unas señas inevitables, aunque los responsables de ella no permitieron que sus visitantes se sintieran en un recinto cerrado. Las murallas tenían una imponente presencia a la entrada pero sin perder su función. Desaparecían de la mirada convirtiéndose en zonas verdes, como eran los tramos de la Alameda, alrededor de la zona noroeste de la ciudad; un paseo dotado de plazas y jardines muy bien acondicionado.


Baluarte de los Mártires

Esta obra arquitectónica fue declarada por la Junta de Andalucía bien de interés cultural en 1993. Está situado al final del antiguo paseo del Vendaval, actual Campo del Sur. En un mapa quedaría señalado al norte de la ciudad y a la izquierda de la entrada de La Caleta. Es una construcción defensiva de la ciudad, realizada en 1676. Era uno de los puntos clave del entramado de la muralla para la defensa de la ciudad, zona dotada de armamento y artillería. La fortificación fue restaurada a principio de los años noventa del siglo pasado. Su funcionalidad a partir de esa reforma fue y es para celebraciones y eventos de muchos tipos al transformarse en restaurante y lugar de celebraciones, en un proyecto desarrollado por el grupo El Faro.


El Baluarte de La Candelaria

Se encuentra en la Alameda Apodaca, en el Cabo Chico. El baluarte formaba parte del frente marítimo de la Bahía y defendía la entrada al puerto y el frente noroeste de la ciudad. Fue realizado en 1672 por don Diego Caballero de Illescas, cuando era gobernador de la plaza y con el propósito de salvaguardar la entrada natural al puerto de Cádiz. Dada su posición, sufrió las continuas agresiones del mar, siendo ingenieros militares como Ignacio Sala, Juan Zapatero y Antonio Hurtado los que elaboraron las reparaciones. Durante el siglo XVIII se montó una explanada con depósito a barbeta. Ha servido de cuartel, maestranza de ingenieros, palomar del servicio colombófilo del cuerpo de ingenieros.

El baluarte sobresale de la muralla, que aprovecha la disposición geográfica del terreno y del promontorio rocoso donde se asienta. De planta irregular, adopta forma apuntada para afrontar la agresión que producen las olas del mar. Su muralla forma talud y en la parte inferior muestra una plataforma a modo de rompiente del oleaje. Sobre la muralla se remata con un pasaje con cañoneras en cuya parte superior se sitúa el camino de ronda. El conjunto queda cerrado, en la parte que mira a la ciudad, por diversas dependencias como el cuerpo de guardia, la casa de bombas. En 1990 fue inaugurado como Museo del Mar y albergaba en él reliquias y exposiciones de temática naval, aunque no duró mucho con esta funcionalidad. En la actualidad ha pasado a ser un espacio de ocio donde los gaditanos y visitantes de la ciudad pueden disfrutar de innumerables exposiciones, conciertos y ferias de todo tipo, aprovechando su situación junto al mar y el gran espacio que dispone.


El castillo de Santa Catalina

Las obras comenzaron en 1598 y culminaron en 1621 por el arquitecto y también reconocido ingeniero militar Cristóbal Rojas. Como todo edificio funcional se caracteriza por estar orientado su diseño para un fin. Dos años antes de que comenzara a levantarse, la ciudad sufrió el asedio de la armada angloholandesa, capitaneada por el Conde Essex, que devastó Cádiz. En su victoria tuvo gran parte de culpa las carencias defensivas que en el siglo XVI tenía la capital gaditana.
Es el edificio militar más longevo. Se sitúa a junto a la playa de La Caleta. La planta del edificio militar tiene forma de estrella de tres puntas. En el frente que se ve desde la costa y el que da a la ciudad parecen estar formados por dos semibaluartes y foso, con un puente permanente construido en piedra y otro levadizo. En conjunto tiene forma pentagonal; imagen que posteriormente sería copiada en infinidad de castillos al otro lado del océano Atlántico. A finales del siglo XVII, se culminó en el interior una capilla que ya se encontraba allí bajo el reinado de Felipe II, dedicada a la virgen que lleva el nombre de la mencionada fortificación. Las obras que el edificio albergaba eran de gran valor artístico pero fueron reubicadas a otros edificios de Cádiz, entre ellos al Gobierno Militar y la Capilla Castrense. A partir de 1769, durante el reinado de Carlos III, la funcionalidad del edificio fue como cárcel militar, y se prolongó hasta bien entrado el siglo XX. En la actualidad se ha convertido en punto de interés turístico y es un lugar muy transitado por los turistas. También se le saca rédito con la celebración de exposiciones y todo tipo de eventos culturales. Se halla en muy buen estado de conservación.


El castillo de San Sebastián

Se sitúa en un pequeño archipiélago situado en el extremo izquierdo de la playa de La Caleta. Si se echa la vista atrás en la historia, se descubre que allí estaba el Templo fenicio de Melqart y posteriormente el templo de Kronos, luego daría paso a una torre-atalaya musulmana y en el siglo XV se convertiría en una ermita a San Sebastián, debido al promontorio existente en la zona. Este enclave se encuentra unido a la ciudad mediante un malecón que permite su aislamiento de la marea cuando ésta sube. El castillo posee dos espacios firmes en cada una de las isletas. En uno de ellos se encuentra el castillo de planta irregular, alargada y con nueve frentes. Posee parapetos, cañoneras, dos fosos de agua y puentes levadizos, uno que daba a la plaza de armas, en dirección a la ciudad, y otro en el frente noroeste, que lo unía con el resto de la isla. En la segunda isla, llamada Avanzada de Santa Isabel, se erige el faro actual, que se empezó a construir en 1908. Tras el saqueo inglés de finales del siglo XVI, el lugar se destinó a la construcción del castillo, reformándose la torre en 1613 bajo la dirección de Juan de la Fuente Hurtado, que la dotó de artillería, aunque sin perder su función de faro para facilitar la navegación a los marineros de la época. En este lugar se labraron incluso las armas de la ciudad de Venecia en reconocimiento a la hospitalidad gaditana. A principios del siglo XVIII se inician las obras del castillo en la fachada que daba hacia la ciudad. En 1860 el castillo fue robustecido con baterías acasamatadas. Durante el siglo XIX, comenzaron las obras del malecón para favorecer el acceso al castillo unido a la tierra por la puerta de La Caleta, pero anterior a esta construcción había que esperar a la bajamar para acceder a la fortificación. Actualmente, el castillo contribuye al ocio de la ciudad. Este verano fue protagonista de un festival de conciertos de gran acogida por el que pasaron artistas como Chambao, Caetano Veloso y Estrella Morente.


El baluarte de San Roque y Santa Elena

Los baluartes de San Roque y Santa Elena fueron construidos en el siglo XVIII y estaban unidos por un lienzo de muralla con la puerta de la ciudad y el pesado torreón defensivo que hay sobre ella. Este conjunto conformaban el denominado Frente de Tierra, más conocido como Puertatierra o baluarte de Puerta de Tierra, el cual separaba la ciudad histórica del resto. El Frente de Tierra permaneció intacto hasta que en la década de los cuarenta del siglo pasado fue horadado por dos amplios arcos que permitían la comunicación viaria con la tercera zona de expansión de la ciudad.

Con el mismo sentido se derribó parte del baluarte de San Roque. Su nombre le viene de una ermita que existía cercana a la muralla, al igual que el nombre del baluarte de Santa Elena, que antes se llamaba baluarte de Benavides. Entre estos dos se encontraba la entrada principal de la ciudad y durante mucho tiempo único acceso por tierra. Su portada es barroca. Fue proyectada por José Barnola y ejecutada por Torcuato Cayón. Tiene dos cuerpos: el inferior con dos pares de columnas toscanas que sostienen un friso de triglifos y metopas, siendo la metopa central el escudo de la ciudad; sobre la puerta adintelada aparece una inscripción de 1755 dedicada a Fernando VI. El segundo cuerpo tiene en su base dos leones y una alegoría de la fama que junto a la cornisa trilobulada en la parte superior sirven para enmarcar el escudo real.

La cara del frente que da al interior de la ciudad, presenta un gran pórtico bajo arcos semicirculares, de comienzos del neoclasicismo. A mediados de este siglo se abrieron dos grandes arcos para el tráfico rodado, haciendo necesaria una remodelación del torreón central que perdió los dos cartabones laterales, a la vez que ganó las airosas cúpulas de las garitas.

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1 comentario:

pepa roig dijo...

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