Iglesias fuertes en Álava.



La espada y la cruz estuvieron unidas durante mucho tiempo. Un libro divulgativo muestra siete ejemplos de templos fortificados de origen medieval en Álava.

En la última Guerra Civil, durante la batalla de Villarreal, la torre del campanario de la iglesia de San Blas fue un lugar maldito para las tropas vasco-republicanas que trataban de tomar el pueblo. Era el punto más alto y una ametralladora fue capaz de mantener a raya a los atacantes y causarles numerosas bajas a pesar de su superioridad numérica. Lo intentaron pero no pudieron destruirla, aunque el templo quedó arrasado. Es el ejemplo más cercano y reciente de cómo un edificio destinado originalmente al rezo puede convertirse por las circunstancias en un bastión inexpugnable. Las iglesias fuertes constituyen el capítulo más novedoso de la 'Arquitectura fortificada en Alava', la última publicación de las historiadoras Susana Arechaga y Francisca Vives. Se trata de un libro divulgativo editado por el Ayuntamiento de Vitoria, en el que se da un repaso a este patrimonio cultural, uno de los más importantes en calidad y número de Álava. «Existen muchos más vestigios de los que salen en el libro, pero hemos querido darle un sentido lúdico y divulgativo para que la gente pueda visitar todos los lugares. Por eso hemos seleccionado las fortificaciones sobre las que tenemos documentación que estén accesibles y bien conservadas», indica Francisca Vives.
Patrimonio vulnerable
Esta doctora en Historia del Arte, como todo el que se asoma al patrimonio cultural alavés, parte del magisterio de Micaela Portilla, que separa los castillos de la Alta Reconquista, levantados sobre emplazamientos abruptos para defenderse de los árabes y de los otros reinos cristianos, de las villas amuralladas y las casas y torres fuertes de la Baja Edad Media, que fueron construidos para el control de los caminos ligados al comercio y al poder de los señores de la tierra. «Se trata de un patrimonio más vulnerable que otros porque ha perdido su funcionalidad. Por eso es importante que se conozca, pues solo así se promueve su conservación», agrega Vives. En el libro se hace un estudio de 4 castillos, 4 torres con recinto fortificado, 18 torres con palacio y otras construcciones anexas, 8 torres exentas, 10 villas fortificadas de origen medieval y 5 conjuntos con testimonios de fortificaciones. A todos ellos, se les unen las parroquias de Elvillar, Samaniego, Sojo, Urbina Basabe y Obécuri. Hay que destacar que algunas de las iglesias más importantes de Álava ya forman parte de los recintos amurallados de tres cascos históricos fundamentales: Santa María y San Vicente en Vitoria; San Juan y Santa María en Salvatierra; y las dos parroquias de Laguardia. Los pasos de ronda de estos templos recuerdan hoy día el valor defensivo que han tenido mientras las murallas y las puertas protegían a sus habitantes. «Tarea de arqueólogos» En otros casos han sido torres señoriales aprovechadas en todo o en parte para levantar la parroquia, como en el caso de Ollávarre.
Finalmente, también ha habido iglesias que fueron el elemento fuerte de la aldea, el refugio último de sus vecinos. «Es un campo abierto en el que los arqueólogos han empezado a trabajar. Sólo hemos incluido aquellos casos más claros. Hay lugares como Contrasta, por ejemplo, con toda la apariencia de una iglesia fortaleza en la que la fábrica es tan moderna que tenemos dudas al menos de su origen medieval. En ocasiones hay restos y no tenemos documentación y en otros casos al contrario», indica Francisca Vives, que subraya que se trata de «una selección subjetiva». La publicación incluye información detallada sobre la parroquia de la Asunción de Elvillar que contiene aún restos, el grosor del muro, y arcos ciegos de medio punto que recuerdan que el templo anterior fue fortificado. El actual, monumento desde 1984, es del siglo XVI. También se incluye la Asunción de Samaniego. Un torreón circular adosado al cuerpo del templo evoca que la iglesia se construyó donde antes había un castillo y posiblemente un recinto amurallado. La parroquia de Obécuri, en el Condado de Treviño, muestra un ejemplo claro de cómo la arquitectura religiosa se funde con la de la fortificaciones. Una portada protogótica se embute literalmente en una torre armera robusta y llena de troneras que arriba es abierta por dos hermosos arcos apuntados. Es un campanario gótico.

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