El pozo más antiguo de España, datado hace 4.200 años, se conserva en Daimiel y estaba fortificado.

Los presidentes de Castilla-La Mancha, Murcia y Valencia, José María Barreda, Ramón Luis Valcárcel y Francisco Camps, respectivamente, siguen peleándose por el agua a cuenta del futuro del trasvase Tajo-Segura. El asunto, tan de actualidad, es tan antiguo como el ser humano y algunos aventuran que el agua potable, cada vez más escaso, será el causante de los conflictos armados del futuro. Igual que Barreda, Valcárcel y Camps, nuestros antepasados ya se disputaban el control del agua, todo un tesoro.

La mejor muestra se encuentra a diez kilómetros de Daimiel (Ciudad Real): el yacimiento arqueológico de 'La Motilla del Azuer', que alberga el pozo más antiguo de la Península Ibérica -4.200 años- con sus doce metros de profundidad.

Desde que en 1974 se iniciaron las excavaciones arqueológicas en 'La Motilla del Azuer' hasta hoy se ha podido demostrar que en la Edad del Bronce el agua se custodiaba en fortificaciones en las zonas más secas, y que cuando faltaba las consecuencias eran nefastas. Hace miles de años ya se conocía la existencia del nivel freático, es decir, el nivel superior de la zona de saturación del agua subterránea en las rocas permeables que varía según las estaciones y la evaporación. Fue entre los años 2.200 y 1.300 antes de Cristo cuando se estableció el primer poblado en torno a 'La Motilla del Azuer'. Los manchegos de aquella época, sabedores de la importancia del agua, construyeron alrededor del pozo una auténtica fortaleza con tres recintos amurallados.
«Es una joya de la Edad del Bronce, porque no existe otra fortificación de estas características en todo el territorio nacional», explica Fernando Molina, codirector junto a Trinidad Nájera de este yacimiento. Próximas excavaciones aclararán otros misterios del pozo más antiguo de la Península Ibérica que nos enseña cómo el agua ya era un tesoro hace miles de años.

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